3
- Lily Asmar
- Feb 21
- 1 min read
Updated: Feb 28
a Pedro,
en la tarde quieta del jardín,
con los gatos,
en la cálida ternura de ese diciembre,
en la mañana de las primeras lecturas
y los primeros sueños.
Mi abuela nos crio para el matrimonio, que un hombre rosara una de nuestras manos, era una osadía, de manera que un beso era un pensamiento prohibido. A algunas de nosotras nos preparan para pasar del beso al hogar. Que se conocieran nuestros labios era una falta de respeto inaceptable… pero el amor, en su forma más delicada poco tiene que ver con el respeto.
Nos conocimos de niños, crecimos juntos, querernos era uno más de nuestros juegos. Tú cristiano, yo musulmana.
Habíamos terminado de jugar a perseguirnos, tú me invitaste a tomar un agua. Para alcanzar el vaso extendí una mano que en el camino encontró una de las tuyas, nos miramos con miedo. Solos en la cocina de tu casa tú, de pronto no eras tú, eras un hombre joven, lleno de vida, que me pedía un beso sin decirlo. Me alejé asustada con el deseo de que siguieras la huella de mi cuerpo que retrocedía.
El instinto te hizo acercarte a pesar de estar también temeroso. Sentí por primera vez tu aliento, era dulce y tibio. Nuestros labios se tocaron y nunca más fuimos los mismos.
Un beso “mudéjar” y éramos dos agentes secretos de amor.
al-Sabika, 1335
© BAGG del poemario al-Ándalus

“Abencerrajes” / Alhambra / Archivo Mas – Britannica (online site)
“La morita” / Emilio Villalba / Trad. anónimo andalusí / Diáspora Sefardí
Comments